lunes, 26 de octubre de 2009

Más Que Partes

El tuning es a los autos en serio lo que Frankenstein es a los seres humanos en serio.

Así de crudo abro el post, producto de una reflexión en conjunto a un amigo que no voy a nombrar para no perjudicar su imágen en caso de que los lectores se pongan violentos. Planeaba ir el sábado a una exposición de autos en el predio de Costa Salguero (Capital Federal), planes que fueron relatados a un amigo que sabiamente supo preguntarme "¿Autos o tuning?", una diferencia sutil y al mismo tiempo abismal. Mi respuesta fué la frase que abre este post, y que de alguna forma me ayudó a terminar de definir de que lado estoy en torno a todo el asunto. Claro que a la expo fuí de todas formas, puesto que sabía que aunque iba a haber tuning, también iba a haber autos. Para los que me tienen de amigo en Facebook, hay una galería entera de fotos al respecto; para los que no, son fotos de autos.


Auto en serio: Ferrari 208 GTS Targa
Lástima el nabo que se paró al lado para la foto.



Cláramente el salón, los visitantes, los expositores y la música estaban divididos en dos grupos inmediatamente diferenciables: autos originales y autos tuning (voy a dejar Hot-Rods  y Customs de lado, porque les tengo un sano respeto). Autos restaurados a la perfección tras incontables horas de pulido de cromados; pelirrojas inmaculadas inundando el salón y diciendo "¿Te quemaste?" a cuanto otro vehículo se animase a estar en sus cercanías; un verdadero bandido con intenciones de hacer sentir como Junior a los que tímidamente se asomen a su espejo retrovisor. Elegantes y violentos por igual, como James Bond, eran lo primero que uno veía al ingresar al salón, para capturar todas las miradas y los fulgores de los flashes; caballos, toros, tridentes: erguidos y orgullosos sabiendo los emblemas de lo que representan. Justamente esa mística es la que los llevó a estar al frente de la exposición, dejando el fondo del salón para el resto, para los Frankensteins; detrás del glamour y el rouge perfectamente delineado, estaba el festival del maquillaje al mejor estilo Krusty: no existen colores sutiles para los dueños de los autos tuning.


Regla I: Agregar colores, vinilos y tubos de neon
hasta conseguir esto en los transeuntes.



No solo la vista se siente totalmente insultada ante semejante diversidad de colores, sinó que los oidos también son agredidos en forma permanente por los sobredimensionados equipos de música que colocan en los ya inutilizables baúles o plazas traseras de sus vehículos. Lo molesto no es el volúmen, es lo que hacen con el mismo: ponen reggeton. Honestamente, si hay algo que no me gustaría es que toda la cuadra sepa que tengo un gusto musical tan de cuarta como para realmente disfrutar de esa cumbia^2, mezcla entre cumbia villera nacional y cumbia villera yankee (también conocida como hip-hop). Es el equivalente a tatuarse "Loser" en la frente, usar una remera que diga "me gustan las gordas" o dar el nombre real (acompañado del número de celular) en alcohólicos anónimos: ciertas cosas deberían mantenerse en las sombras del desconocimiento. Sigo sin entender porque les gusta tanto que todo el mundo tenga que enterarse de su mal gusto musical. ¿Te gusta Dandy Yunke? Perfecto, escuchalo todo lo que quieras. Solo. Con auriculares. Lejos. En un submarino.


Regla II: No demostrar conocimiento acerca de
Pink Floyd, Led Zeppelin, Sui Generis,
Eric Clapton o The Beatles.



¿Te suenan los nombres Andrea Pininfarina, Gaffoglio o Giorgetto Giugiaro? Si te gustan los autos medianamente en serio, deberían. Pero si sos una persona normal, probablemente no los sentiste nombrar nunca en tu vida, pero no te sientas mal: los propietarios de autos tunning tampoco, solo conocen lo que vieron en las películas de Rápido y Furioso. Y es justamente esta falta absoluta de la apreciación por el diseño lo que los lleva a recargar sus vehículos de componentes plásticos que ellos llaman "aerodinámicos" y que los ingenieros llaman "cachos de plástico que destruyen 8 meses de trabajo en tunel de viento". Pero claro, estos autos necesitan todos los alerones posibles, con sus motores super-potenciados y las velocidades astronómicas que desarrollan, cualquier apoyo aerodinámico es bueno para no perder el control en las curvas más complicadas. Sarcasmo aparte, necesitan potenciar los motores solo para mover los 80kg de fibra de vidrio extra que el auto tiene repartidos en la carrocería.


Regla III: 250 kg de carga a 250 km/h sin alerones.
Los ingenieros no saben nada, mátenlos.



¿Y que más hay en las cercanías de los autos tuning? Promotrolasvestis: promotoras con pinta de facilongas y que probablemente sean travestis. Supongo que todas las black-lights que ponen adentro de los autos son para poder verificar que los billetes no sean falsos cuando una de estas "señoritas" les dan el vuelto luego de haber ofrecido sus servicios. Y quiero aprovechar para hacerles una aclaración: ninguno de esos autos de la exposiciones tiene máquina de humo dentro, es solo el aceite que chorrean que se quema al caer sobre el caño de escape.


Regla IV: Conseguir buenos sponsors
para la Mega Expo Tuning 2010

jueves, 22 de octubre de 2009

Descubriendo Tu Vocación


No este tipo de "Vocación".



En el transcurso de nuestras vidas, todos tenemos al menos un momento absolutamente crucial en el que tomamos decisiones con la fuerza e importancia suficientes como para cambiar el curso de todo lo que está a punto de acontecer. Elegir una carrera universitaria, casarse, viajar en el tiempo y modificar algo solo para joder con la continuidad del espacio-tiempo, o confesar nuestra homosexualidad en plena cena navideña llevando a nuestra abuela a un infarto prematuro. Cualquiera de esas decisiones tiene un impacto radical en todo lo que seguirá en nuestras vidas, y probablemente también en la vida de la nona, quien ahora tiene que usar un marcapasos.


- Abuela... soy gay!
- ...
- Abuela...
- ...
- Abuela...
- ¿Que le pasa a la nona?
- Llamá al 911, pelotudo!!



Lo que no puedo imaginarme es en que momento alguien estudiando la carrera de medicina decide seguir la especialidad de proctología. Entiendo perfectamente a los ginecólogos, incluso puedo llegar a comprender el morbo que le genera a los dentistas producir miedo y dolor en sus pacientes, pero no me cierra para nada la forma en que alguien decide ser un profesional de revisarle el orto a alguien. Cláramente hablamos de gente un poquito trastornada, es imposible que alguien completamente normal tome semejante elección a propósito sin sentirse al menos mínimamente afectado por el hecho de que durante el resto de sus vidas sus dedos tendrán un aroma diferente, o que en cualquier evento social el resto de los hombres se tape al cola humorísticamente al saber de su profesión. Y que conste que hasta aquí he dejado de lado cualquier connotación gay, porque bien podría decir que todo profesional tiende a llevar la práctica a casa: los mecánicos arreglan sus propios autos con frecuencia, los pintores no dejan detalle de pintura sin cuidar y los proctólogos... quizás se revisen a si mismos con más frecuencia de lo que podríamos considerar normal o, al menos, masculino.


Aguarde en la sala de espera, señor.
El Dr. Megafalange lo atenderá en unos
momentos, relájese. En serio...
relájese todo lo que pueda.



Hay un solo ser que me genera más confusión, y es el oficial de policía que hace inspección de cavidades en los aeropuertos. Un proctólogo al menos tiene el consentimiento del paciente que ha sacado el turno, ha ido al consultorio, ha leído las revistas pedorras de siempre mientras espera y luego se bajó los pantalones por iniciativa propia. Quién hace inspección de cavidades tiene que hacerlo con un sujeto que ofrece resistencia, lo toman por sorpresa y además está a punto de pasar al menos un par de horas en la incómoda butaca de un avión: lo que menos quiere es sentir incomodidad en el trasero. Jóvenes, viejos, delgados, incluso niños (como lo vimos en este post), todos serán exáminados por igual. Todo eso al margen de la posibilidad de que sea realmente un terrorista, en cuyo caso el oficial de policía no podrá dormir tranquilo nunca más, le ha metido el dedo en el trasero a un terrorista, en cualquier momento pueden ponerle una bomba en el auto o directamente dinamitar su casa. Aunque nada de eso debe compensar el aroma que deja en el dedo el trasero de un maldito iraní tras alimentarse toda su vida a base de pasta de porotos sobre-condimentada.


I want YOU to pull my finger.
Freaking terrorist...



Tanto el proctólogo como el inspector de cavidades deben lidiar con un problema cada vez más frecuente: los gays. Cualquier hombre elude el problema hasta en tanto sea absolutamente inevitable o implique algún riesgo de muerte, situación esta última una que un verdadero macho preferiría antes de "que le metan un dedo ahí". Un gay, por el otro lado, puede llegar a hacerse hasta un chequeo mensual de próstata, condición de salud denominada "Hipocondria en la cola" y detestada profundamente por cualquiera que ejerza su trabajo a fuerza de señalar insistentemente entre los cantos. Aún peor es cuando se ponen mimosos y piden la inclusión de más dedos "para tener segundas opiniones", hasta se han registrado casos en que el paciente trae su propio "instrumento" y le pide al profesional de la salud en cuestión que por favor lo revise con eso, a lo que este último habría contestado "esto no solo es poco ético, sinó que trajiste un maldito cono de tránsito".


Dos proctólogos jugando a las espaditas
con sus instrumentos de trabajo. El que
pierde,
atiende al gordo.

lunes, 19 de octubre de 2009

Misión: Etruria

Es increíble lo poco que se divierte uno en su propio casamiento, simplemente hay que estar pendiente de demasiadas cosas como para poder embriagarse del todo. No es una cuestión de voluntad, simplemente de falta de tiempo. Es por eso que después del propio casamiento, uno espera con ansias los del resto: para poder divertirse y comer todo lo que uno no pudo en el propio, y para tener la tranquilizadora sensación interna de "al menos no soy el único que lo hizo". Este fin de semana tuve un casamiento en Etruria, pueblo ubicado a 150 kms de Río Cuarto y del que el 99% de los lectores se estáran enterando de su existencia ahora mismo. A continuación, mi versión de los hechos (que probablemente coincida poco con la realidad).


I'm Colin Quinn, that's my story,
and
I'm sticking to it.



Como se imaginarán, Etruria es un pueblo relativamente chico. A simple vista pude contabilizar 25 habitantes, lo cual indica que probablemente toda la población sea descendiente de primos. No puedo estar seguro, pero creo que el nombre del pueblo en realidad es el apellido de los habitantes: Marcos Etruria, Jimena Etruria, Juan Carlos Etruria, etc. Quizás por eso me sorprendió que los nombres de los novios (ahora marido y mujer) no terminasen en Etruria. Como dijo un conocido "si son hijos de primos son todos medio mongos, seguro que vas a pasar desapercibido". Terminaron siendo todos perfectamente normales y con inteligencia superior a la media, por lo que mi intento de pasar desapercibido comportándome como un idiota y haciendo el "Baile del Talón con el Codo" terminó con una llamativa cantidad de gente señalándome con el dedo y haciendo obvias referencias a mi inteligencia inferior.


Por si no fuera suficientemente obvio,
ahora tengo una remera que lo
deja bien en claro



Sumado a eso, nos perdimos. En las ocho malditas cuadras del pueblo, nos perdimos, y la única solución fué pedir instrucciones. Dado que el resto de los invitados al casamiento tampoco parecían ubicarse, las instrucciones recibidas fueron del estilo de "Seguí derecho 6 cuadras, cuando veas un barcito con dos viejos tomando algo doblá a la derecha, seguí dos cuadras más, en la esquina donde se rasca un perro volvé a doblar a la derecha, a mitad de cuadra hay un gato en una caja: abrí la caja, si el gato está vivo doblá a la derecha, si el gato está muerto doblá a la izquierda". Y así seguimos instrucciones salidas del experimento del Gato de Schrödinger hasta encontrar el hotel.


El gato de Schrödinger está deprimido:
"Nadie vino a mi cumpleaños/funeral"



Sobrepuestos a este contratiempo, fuimos con mi esposa a la iglesia a presenciar la ceremonia religiosa que da lugar al sacramento del matrimonio. Ceremonia para la cual aparentemente tenemos que estar todos de pié, algo contra lo que estoy en total desacuerdo. Para los invitados, ir a ver un casamiento es como ir a ver un espectáculo de naturaleza casi teatral, o similar a ir al cine, por lo que propongo que de ahora en más dicha ceremonia sea contemplada sentados cómodamente y con pochoclo opcional. Dicho sea de paso, es un espectáculo que suele terminar en final feliz, pero no estaría mal ir a un casamiento en el cual el novio (o la novia) se arrepienta a último momento, ante lo cual todo se revolucione, las familias de los (ahora ex) novios se empiecen a insultar y tirarse con cosas, los que tienen hambre preguntan si la fiesta se hace lo mismo, los que no tienen hambre preguntan si van a devolver el dinero de la tarjeta, o simplemente aparezca Wayne en la puerta gritando "Caaassaaaannndddraaaaaa!!!!!!". Eso último sería totally awesome.


You know who else might like to see
that happening in a church? Now, who
could it be? Could it be... Satan?
(Church Lady)





Para tranquilidad de los recién casados, sus familias y los invitados, no ocurrió nada de eso. Para mi intranquilidad, intentando ir hasta el registro civil volví a perderme, y eso que esta vez había una cola de autos para seguir. Lo verdaderamente sorprendente es que no era el único perdido, sinó que mi falta de orientación provino de seguir a otro invitado que estaba igual de perdido que yo; más sorprendente aún es que sin saber donde era la celebración posterior, terminamos en el predio donde eventualmente tomaría lugar la fiesta de casamiento. Atribuyo este "perderse pero no tanto" a algún sistema de radar vinculado a las aves de granja (chicken-dar o rad-pollo) que se activó en una combinación de hambre, horario, falta de mapas y olor a pollo en el aire. Evidentemente, el chicken-dar anula cualquier sentido de la responsabilidad civil.


Etruria en Google Maps, el lugar donde me perdí y
descubrí el chicken-dar. Espero la nominación para el
Premio Nobel al Inútil



Entrada, cena, vino, vals, postre, cuarteto. Hasta ahí, perfecto, se exáctamente como cenar, como tomar vino, como digerir un postre y como bailar cuarteto (nota mental: lo que yo considero "bailar cuarteto" para otros sería considerado "movimiento espasmódico con absoluta falta de ritmo y coordinación"). El problema empezó cuando el cuarteto fué reemplazado por el reggeton: me demoré casi 12 años en aprender el primer ritmo mencionado, no esperen que aprenda el segundo en menos de 5 o 6 años. De todas formas es un baile exclusivo para mujeres, en los hombres queda horrible hacer el perreo mientras nos refregamos unos contra otros, mientras que en las mujeres se lo percibe como algo infinitamente más sensual. Parece ser que nuestra única tarea con esa música de fondo es sentarnos en el capó de un auto exótico, con ropas holgadas como rapero y luciendo joyas alquiladas mientras hablamos despectivamente del sexo opuesto. De todas formas se agradece el cambio de música, el cuarteto claramente tenía fecha de vencimiento en el 2002 y a esta altura no le gusta a más nadie. Supongo que lo preservan para las fiestas como los casamientos solo para que los viejos chotos no se sientan tan viejos chotos; digamos que el cuarteto es a los casamientos lo que el formol es a Walt Disney: se lo conserva, pero nadie espera que reviva. Cuarteto, reggeton, salsa, música brasilera, todo me daba lo mismo: yo estaba muy ocupado haciendo "El Baile del Talón con el Codo".


No pusieron "Violeta" de Alcides.
Lo considero una agresión personal
por
parte del DJ.



Así como el casamiento llegó a su fin, este post también lo hace. Espero no ofenda a ningún... ¿Etrurio? ¿Etruriense? ¿Etrurienés?. Felicitaciones para los recién casados, ha sido una fiesta maravillosa en la cual me he divertido a montones, nos han atendido a todos como reyes y con un calor humano indescriptible. ¡Un último brindis para ellos, en formato de blog!


Personalmente, me gustan los brindis psicodélicos.
¡Felicidades!

jueves, 15 de octubre de 2009

Susanita Sala La Masa

Primero aprendimos las vocales, después las consonantes, después como armar palabras, como ponerles acentos, como armar oraciones con cierto sentido, como agrupar esas oraciones en párrafos y así finalmente pudimos expresarnos con propiedad. Algunos lo logran, muchos siguen hasta pasados los 30 escribiendo igual que a los 14 años, ya sea por pura falta de práctica o por la elección propia de escribir como un idiota y colocar 'K' donde va 'C' o 'Q', o 'Z' donde va la 'S'.


Si no conocés a "Upa!", no tuviste infancia.
Si lo conocés y seguis escribiendo mal,
sos emo-flogger.



Pero hay algo que no nos enseñaron nunca, y es una propiedad lingüística que poseen ciertas letras, particularmente la 'S', y es la capacidad del auto-balance. ¿Y este boludo que le pone a la ensalada? se preguntará el lector ante semejante planteamiento, y no le constesto porque ponerle o no Rivotril a la ensalada es una elección personal. El autobalance de las 'S' funciona en forma muy similar al problema de los paréntesis balanceados tan popular en la algorítmica, pero exáctamente a la inversa. Esta consonante detecta cuando se la ha removido (intencionalmente o no) y se autoañadirá en otra palabra que no la requiera. Antes de que el lector tome el teléfono y lllame a la línea de ayuda para adicciones y seleccione la opción 4 (correspondiente a "Adictos a la ensalada con Rivotril"), déjenme mostrar un ejemplo. Tradicionalmente el cordobés tiene la fama de hablar desarticuladamente, con pronunciaciones dudosas y acento muy particular (cúmulo de condiciones que los linguistas denominan Síndrome de Hablar para el Upite), y es en este grupo poblacional donde el auto-balance de las 'S' toma alto protagonismo. Observemos un fragmento de letra correspondiente a la canción "Movidito Movidito" de Sebastián, pronunciada tal y como un auténtico cordobés lo haría al tiempo que toma vino en tetra-brick y trata de levantarse una gorda.

Movidito, movidito
juntito lo do juntito
De tu cuerpo salen chispa
si te mueve rapidito




Que ternura... ¿Como alguien podría
ignorar a esta simpática 'S'?



Nótese la total ausencia de letras 'S' para indicar la pluralidad de los diversos elementos sinctáticos y semánticos que componen el estribillo de la canción. ¿Y el auto-balance? ¿Donde van a parar las 'S'? Las 'S' se re-acomodan con total facilidad en palabras como 'vistes', 'pieses', y cada vez que alguien escribe mal el apellido del gobernador de California.


Arsnolds Sschswasrssenesgersss



Un fenómeno similar suele darse con la letra 'R', que suele auto-suplir sus desapariciones multiplicándose en otras ocasiones y dando lugar a la pronunciación de la 'R fuerte' y arrastrada, que podría bajarse al papel con tres 'R' o con una dupla 'RY'. Ejemplo: Rrropero o Ryopero; Perrro o Peryo. En otra liga se encuentra la 'I', quien coordina habilmente con la 'Y' en un complot destinado a hacer desaparecer la 'LL' de palabras como Pollo y renacer en Buenos Aires como Poyo, mientras que para provincias del interior se lo llama Poio. Este dilema, convenientemente llamado "Dilema del Po(y|i)o" se soluciona cambiando su nombre por el de "Ave de corral de la familia de las gallináceas".


Hola, yo quiero una hamburguesa de
Ave-de-corral-de-la-familia-de-las-gallináceas-krispy.
Y agrandame el combo.



[UPDATE] Debido a sugerencia de un lector, vamos a reemplazar el término "gallináceas" por "plumíferas-pone-huevos" dado que la palabra "gallináceas" es susceptible también de transformarse en "gayináceas" o "gaiináceas".

martes, 13 de octubre de 2009

Solo En El Bosque

Hay dos cosas con las que a la gente les gusta fantasear y hacerse preguntas ridículas: Una es "que harías si te ganás 10 millones de dólares", la otra es "a quien te llevarías a una isla desierta". Por pura estadística, la mayoría contesta "me pagaría una noche con Jessica Cirio" y "me la llevaría a Jessica Cirio" respectivamente, lo que deja cláramente estipulado que la gente no sabe que carajo hacer cuando tiene un mango en el bolsillo y que no tiene ningún interés en sobrevivir en la isla: la mente está trabada pensando en "tetas" y cualquier respuesta estará inclinada hacia las mismas. Una persona verdaderamente inteligente respondería "los invertiría" y "¿Puedo elegir la isla? ¿Puede ser Japón?", dejando que luego las tetas vengan solas en vista del éxito financiero y la pura supervivencia.


Si Tatú, ya sabemos que es un avión. Estas en una
isla mágica, ¿En que esperás que llegue la gente?
¡¿En una scooter, pelotudo?!



Recordemos que de todas formas el destino no suele avisar demasiado antes de hacer fallar los motores de un avión para que quedes en una isla desierta a tu suerte, sinó que llegado el momento te va a tocar convivir con lo que sea viniera en ese avión con vos. Seguro estás pensando "Pero Jessica Cirio podría ir en el mismo avión, y seguro no se ahoga porque tiene suficientes dispositivos de flotación instalados". Claro que es una posibilidad, de hecho la probabilidad es la misma que pedir una pizza y que el chico del delivery sea Chuck Norris, quién mirándote fijamente  te dice "Aquí tengo su muzzarella. Viene con una porción de patadas en el trasero de regalo".


Pensalo bien antes de pensar inmediatamente
en "tetas". Podrían terminar siendo tetas
de gordo.


Sorprendentemente, la gente no se pregunta que ocurre si la dejan sola en el medio de una ciudad desconocida en Rumania o, aún más peligroso, en cualquier lugar del conurbano bonaerense; mucho menos si la dejan en el medio del bosque. Por algún motivo creemos que podemos sobrevivir en esos medios hostiles repletos de animales salvajes, sombras amenazadoras que nos persiguen y alimentos que no sabemos hasta que punto son comestibles. Algo similar sucede en el bosque. Tenemos la impresión de que sabríamos como improvisar una carpa, prender un fuego con dos palitos, cazar un jabalí o simplemente no correr como un tarado de aquí para allá pensando en que vamos a morir en manos de la Bruja de Blair.


- Peter, Peter! ¡Gracias a Dios! ¿Estás bien?
- ¡¡Salí, boluda, me estoy echando un meo!!



Estar solo en el bosque, sin embargo, podría tener ciertas implicancias científicas, puesto que nos podría ayudar a responder algunos interrogantes como el siguiente:

"Si un hombre solo en el bosque dice lo que piensa y no hay ninguna mujer escuchando... ¿Sigue estando equivocado?"

Como verán, esta es la versión machista del clásico "Si un árbol se cae en el bosque y nadie está ahí para escucharlo, ¿Realmente hizo ruido?", acertijo al cual las personas inteligentes ya sabemos la respuesta pero no la compartimos porque estamos convencidos de que ustedes, mentes inferiores, no la entenderían. Pero más allá de cualquier conclusión científica que podríamos  obtener al respecto, conclusión que sabemos será negada completamente por la primera mujer que tenga acceso a la misma, en el bosque vamos a necesitar ayuda. Por pura dicotomía, si somos verdaderos hombres que no nos importa una mierda lo que piensen
las mujeres o los árboles, la vamos a pasar bomba boxeando en cuero
con un oso salvaje; pero si somos científicos entonces no tenemos ninguna habilidad de supervivencia sin acceso a internet y vamos a necesitar ayuda (probablemente de uno de los verdaderos hombres mencionados antes). Por eso, para el geek que se pierde en el bosque, una colección de frases que por pura experiencia sabemos harán aparecer gente dispuesta a ayudar en forma casi mágica:


"Si estás perdido y solo en medio del bosque, échate un gas y alguien se te va a acercar a preguntarte algo"

"Si estas perdido y solo en medio del bosque, échate un gas que mágicamente se transforma en un ascensor, se abre la puerta y se sube una minita que te gusta"

"Si estás perdido y solo, ponte a jugar un solitario y aparecerá alguien atrás para decirte 'el 3 de bastos abajo del 4 de oro'"

"Si estás perdido y solo en el medio del
bosque, jugá al Señor Pastor un rato que mágicamente este aparecerá a
tu lado para hacerte sentir ridículo"


Gracias a E. Cardinali
por colaborar con sus
siempre oportunos aportes

martes, 6 de octubre de 2009

Éramos Tan Jóvenes

Entran Mario Barakus,
Marcelo Polino y un
caballo a un bar.
El mozo los mira y
le dice al caballo
"¿Porque la cara larga?"



¿Alguna vez se preguntaron porque de niños nunca pudimos hacer las cosas que otros niños de similar edad y educación si podían hacer? Claro, no hablo de los típicos compañeritos de la primaria o inicios de la secundaria, hablo de lo que veíamos en las películas o conservabamos como recuerdo de las historias infantiles que escuchamos mil veces y a las que nunca nos animamos a cuestionarles principios físicos fundamentales tales como "la mágia no existe" o "una casita hecha de mazapán en el medio del bosque sería devorada por las hormigas y atacada por criaturas salvajes de toda índole, si realmente existió entonces ya no está más y la bruja que la habitaba fué testigo privilegiado de como funciona el sistema digestivo de un oso". Sea como sea, nunca pudimos hacer lo mismo que otros niños si podían hacer con aparente soltura y despreocupación; aunque el problema no radica en sus habilidades extra-humanas sinó más bien en nuestra inteligencia infra-humana a la hora de hacer algo de provecho al respecto. En palabras de E. Cardinali: "A estos pendejos le daban una bici y salvaban el mundo. A otros le daban una moto de agua y salvaban el mundo. A nosotros nos pueden dar un Hummer que a lo sumo hacemos mierda el portón del garage"; ideas que comparto en toda su gloria.

Veamos algunos ejemplos de lo máximo a lo que podemos aspirar algunos de nosotros ante similares situaciones presentadas en la vida, y como las desaprovecharíamos ampliamente.


A - La Bici Todoterreno (BMX)

El sueño de todo niño, tener su propia bicicleta, poder desplazarse a toda velocidad por la ciudad, el desafío de los terrenos demasiado inclinados o demasiado resbaladizos. Un mundo entero de sensaciones nuevas sobre ruedas.

¿Que hicieron otros con sus bicicletas todo-terreno?


Mat Hoffman es tan bueno con su bici todo-terreno
que ganó torneos por todo el mundo y hasta tiene
su propio videojuego




Los Bicivoladores, eran tan condenadament
buenos que la
película comenzaba
advirtiendo que no intentemos imitarlos



¿Que hicimos nosotros con nuestras bicicletas todo-terreno?


Intentamos imitar a los Bicivoladores, a
pesar de la advertencia.
Y de paso,
hicimos el ridiculo de nosotros mismos.




B - Una Alfombra Mágica

El sueño de todo niño, tener su propia... ¿WTF? Bueno, otros pueden hacer cosas interesantes con una alfombra mágica, nosotros no solo no necesitábamos una sinó que además tampoco nos interesaba tenerla. Eso no impide que otros la hayan explotado con fines útiles

¿Que hicieron otros con sus alfombras mágicas?


Steppenwolf no tenía una, pero se inspiró
y compuso
el hit "Magic Carpet Ride".
Se llenaron de dinero y chicas.




Aladdin, a diferencia de Steppenwolf, si tenía una.
La usó para levantarse una minita que resultó ser
una princesa. Nuevamente, dinero y chicas.



¿Que hicimos nosotros con nuestras alfombras mágicas?


La usamos como alfombra común, y le sentamos
encima
un perro sucio totalmente dispuesto
a lamerse
a si mismo.




C - Frijoles Mágicos

Ningún infante quiere frijoles, o algo relacionado con frijoles, verdura o sopa (a no ser que sea choclo). Pero cuando la vida te sonríe y te da frijoles mágicos, es hora de hacer algo interesante con ellos. Sinó, sigamos el ejemplo de estos sujetos:

¿Que hicieron otros con sus frijoles mágicos?



El conocido cuento de "Juan y los Frijoles
Magicos
".
Demostrando su heroismo, Juan
vencea un gigante
y se hace rico con su oro.




La empresa "Magic Bean for You" fabrica
porotos con mensajes
a pedido. Al ser ideales
para regalos originales, la empresa

no para de facturar dinero.



¿Que hicimos nosotros con nuestros frijoles mágicos?


Un guiso. ¡Y después, los fuegos artificiales
obligatorios!
¡Ideales para jugar a la casita
cuando la novia se queda
a dormir!

viernes, 2 de octubre de 2009

Un Tipo Duro

Inspirado en el post "Chapa y Pintura", de Tyler Durden para el blog Proyecto FIUBA.

Aunque con el correr de los años me he vuelto lo que podría considerarse un ciudadano responsable, no siempre fuí una persona con ética al volante. Ya sea en bicicleta, moto, automovil o incluso como peatón; para mi siempre la calle fué una pista de carreras y me comporté en la misma con el título que corresponde a los que circulan por las mismas: piloto. No conductor ávido por la velocidad, no adolescente con necesidad de adrenalina, no sujeto con el pié pesado: piloto, sin casco ni antiflama, pero piloto al fin.

Esta actitud me valió algunos sustos en bicicleta, accidentes severos en moto y finalmente la destrucción de vehículos de cuatro ruedas conforme fuí evolucionando de categorías y me fueron entregando los carnet correspondientes que me habilitaran a conducirlos. Claro, ningún carnet me habilitaba a conducirlos como yo pretendía, pero eso solo fueron limitaciones legales totalmente inentendibles para las extremidades comandantes de pedales, volante y palanca de cambios.


Recuerdo cuando esto fué un estilo de vida para mi.
Sin los fondos necesarios, pero estilo de vida al fin.


Aunque me ví a mi mismo salir despedido de la scooter y aterrizar en plena calle tras ser impactado sin piedad por una camioneta Ford F100 en una intersección donde cláramente yo tenía el paso, o verme incrustado contra un Peugeot 504 en una intersección donde cláramente él tenía el paso, o sentirme siendo incrustado por una camioneta Chevrolet S-10 en una intersección donde el paso lo tenía el que más huevos le pusiera a la situación; el accidente más interesante lo tuve apenas empecé a manejar mi querido y atormentado Renault Clio. Me encontraba en pleno regreso a casa luego de una jornada agotadora en la facultad, cuando casi sin darme cuenta de lo que estaba pasando, sentí el impacto en la puerta del acompañante.


Estuve muy cerca de llamar a esto "reunión familiar
de un dómigo al mediodía"



El sonido del metal retorciéndose, el auto frenado en seco a causa del impacto...  me bajé del vehículo tan desconcertado como indignado. El otro involucrado ya estaba parado ahí al lado de la parte más magullada de mi amado Clio. Inmóvil y silencioso, observaba el daño producido. No se inmutó cuando comencé a insultarlo y a preguntarle que carajo hacía, que porque no se fijaba; tampoco se inmutó cuando le dije que era un pelotudo, que el auto era de mi viejo y este personalmente iba a estar contento de llenarle la cara de dedos, aunque por dentro temía que ese mismo castigo fuera impuesto primero a mi propio rostro. Me acerqué, le pedí los papeles del seguro, el número de teléfono, el nombre: no me dió ningún tipo de información. Estaba ahí, de pié, haciéndose el duro. Le caminé alrededor, lo increpé, intenté empujarlo sin hacerlo ceder ni un milímetro de su posición. Harto y frustrado de gritarle como un salame a un poste de luz, me subí al auto para volver a casa. Lo hubiera mirado por el espejo derecho, pero este colgaba tristemente víctima de mi inexperiencia al volante.


Encima era alto, no podía mirarlo a la cara sin estirar el cuello.
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