Introducción del Articulo Colapsable (Teoría del Nombre Compuesto)

No estoy seguro de haberlo mencionado anteriormente, pero soy oriundo de la provincia de Córdoba, hecho que en teoría me cataloga como cuartetero adicto al fernet y que cuenta buenos chistes protagonizados por gente en estado de ebriedad, a quienes nos referiremos como “negros mamados” y cuya pronunciación responde a la fonética “negro’ mamau”. Más allá de este pequeño detalle lingüístico, las diferencias entre el cordobés y el resto de los habitantes de la república Argentina son mucho más profundas, casi culturalmente insalvables y ligeramente xenófobas. Tenemos una tonada diferente, pronunciamos cosas en forma diferente y tenemos palabras diferentes para un sinfín de cosas.

CHOCO
Así le decimos a los perros en Córdoba

Sin duda uno de los aspectos más fácilmente identificables de nuestro dialecto provinciano es la incorporación totalmente accidental y casi obligatoria, pero gramaticalmente incorrecta, del artículo de género en forma previa a un nombre propio. Así cuando normalmente uno diría “fuimos a comprar vino con Carlos”, en territorio cordobés dirá “fuimos a comprar un tetra con El Carlo’”. Queda para otra oportunidad explicar la diminución en la calidad de la ingesta etílica de la frase, pero el lector creo que lo podrá deducir por si mismo sin necesidad de mayores detalles. Volviendo al asunto gramatical que nos ocupa, lo mismo aplicaría para una Mary, por poner un nombre cualquiera, quien será referida de forma artículo-introducta: “La Mary”. Como corolario, uno nunca va a la casa de Carlos, va a “la casa DEL Carlo’”.

Para ser honesto, es complicado decir “El Carlo”
(con artículo añadido y sin ‘s’) y pensar en otra persona

Sin embargo, la misma introducción del inútil y redundante artículo provoca una futura deformación lingüística, y es la propiedad de colapsabilidad articular. Dadas ciertas circunstancias, el artículo es colapsado junto al nombre propio en pos de la abreviación absoluta y la humillación de los profesores de lengua de cualquier escuela primaria. Por la introducción del artículo, una frase como “ayer fuimos al teatro con Eduardo” muta rápidamente a “ayer fuimo a ver a Trula con el Eduardo”; y por pura colapsabilidad queda en un decadente “ayer fuimo a ver a Trula con LEduardo”.

Fiambres Lario = Fiambres El Ario
Puro nazismo y selección de razas en
la góndola de tu supermercado más cercano

Esta colapsabilidad no es del todo universal sin embargo, y tiene sus variaciones: es complicado implementarla en nombres que empiezan con la letra ‘L’. Desde luego, decir “El Leonel” no se colapsaría a “Lleonel” con tanta facilidad puesto que entraríamos en el terreno del “Dilema del Po(y|i)o” que cubrí en este post; sino que más bien tiene a recibir antepuesta la letra ‘E’: “nos vamos a morfar a lo eLeonel”, frase que podría resultar correcta en un futuro no demasiado lejano en el que los robot electrónicos llamados Leonel abunden por las calles, pero de momento son tan pocos que rotularemos la pronunciación bajo el título de error gramatical severo.

eLeonel Messi del futuro: es igual de petiso,
pero juega mejor y tiene un puerto USB en los cantos

Los nombres propios femeninos no tienen esos inconvenientes, afortunadamente. Con lo complicadas que son, si además les tenemos que cambiar la pronunciación del nombre en circunstancias poco claras y ligeramente ambiguas, nos volvemos todos gay.