El ritual de llegada a la oficina es siempre el mismo: llego, me sirvo café, me sirvo agua, abro el cliente de correo electrónico corporativo y veo siempre ese mail-corporativo-que-no-es-spam-pero-que-en-otras-circunstancias-si-sería-spam que anuncia en tono rimbombante “¡Cumpleaños!”. Diariamente llega esta notificación, dispuesta sobre una imagen de globos y confeti, que nos recuerda quienes cumplen años el día de la fecha. Claro, esto sirve a dos propósitos: que el homenajeado sienta que al menos una máquina sin emociones se acuerda de su cumpleaños; y que sus compañeros de trabajo se acerquen a saludarlo con la doble intención de ver que trajo para comer o hagan el reclamo pertinente en el eventual caso que quien debería estar de festejo en su casa no haya tenido presente entre sus obligaciones para el día de la fecha satisfacer el hambre ajeno.
(nom nom nom) ¡¡Feliz (nom nom nom) cumpleaños!!
¿Vos quien (nom nom nom) eras?
El día de hoy reviso esa lista de proveedores alimenticios gente cumpleañera, y me encuentro con un sujeto llamado “Ofir”. En serio, “Ofir”. Por un lado, ¿cuan mal padre se puede ser para nombrar a tu hijo “Ofir”? Por otro lado ¿cuan buen padre hay que ser para ponerle a tu hijo un nombre que sería más apropiado para un ser mitológico?
Él también es un ser mitológico
Personalmente, al pensar en el nombre “Ofir” inmediatamente tengo la imagen mental del dios de la almohada. Los griegos y nórdicos tenían dioses para todo, y me resulta poco comprensible que luego de depositar tanta sabiduría en las almohadas del mundo mediante el uso de la expresión “lo voy a consultar con la almohada” con excesiva frecuencia, las mismas no tengan un dios propio a quien al menos poder consultarle algo de vez en cuando.
“Ofir” y un amigo expresan su ira con la raza humana
haciendo una tradicional lucha de almohadas
Para quienes todavía no estén convencidos de la posibilidad de “Ofir” como un dios mitológico, escuchen lo bien que suena en el contexto adecuado:
El cielo sonó en un estruendo ensordecedor, y de entre las nubes se escuchó la voz de Ofir proclamando “por su ofensa, no volveréis a dormir en paz, vuestras almohadas serán arruinadas para siempre”. Y así fue como tuvimos que inventar la Cervical Rest.
Aprovechamos que de todas formas el dios de la almohada
ya estaba enojado, e hicimos esta abominación. Los más
cancheros insisten en usar la expresión “lo voy a
consultar con las mellizas”