miércoles, 17 de marzo de 2010

Vamos A Un Lugar…

La gran mayoría de los hombres no disponemos del encanto, seducción o poderes sobrenaturales de los que si disponen los galanes de Hollywood, que solo con su presencia alcanza para tener a sus pies a cualquier harén de mujeres: Bruce Willis consigue con una mirada lo que nosotros podríamos conseguir solo con años de intentos, regalos, cortesías y un poco de acoso lo suficientemente bien planificado como para no ser descubiertos por la dama en cuestión o la policía que rodea su hogar luego de las denuncias que se refieren a “un sujeto que merodea la zona en actitud sospechosa y va a todos lados con una cámara de fotos de esas que tienen mucho zoom”.

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Algo así, pero sin el atractivo físico o el talento
para tener tu propia película. Y la chica que te gusta
no está tan buena, ¡come-gordas!.


Mucho menos contamos con la magia de Barry White, asunto que ya tratamos antes, capaz de convencer a cualquier mujer de someterse a sus deseos prácticamente sin intentarlo y dejando todo en el poder vibrador sónico de su voz. La tarea que nos han encomendado es ardua y difícil, y además tenemos que llevarla a cabo en un boliche, con calor, ebrios y sin ningún tipo de habilidad para la danza o la articulación rítmica: la mayoría de nosotros somos saltadores y lo sabemos, nuestro éxito depende de un par de horas de delicado balance entre chamuyo y mentiras seducción y virilidad que podría darnos acceso a algún prominente escote.

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¡Esh imposhible! ¡Ashi no she puede, esh imposhible!


¡Pero atento atento, amigo maquinista!* , sabiendo que somos idiotas absolutos en estos menesteres, debo advertirlo acerca del paso final de esta odisea de descarga hormonal: el momento de enrollar el carrete, de la última vuelta, de asestar el golpe final que la pondrá en knock-out para lo que resta de la noche. Hablo, si, del momento de invitarla al departamento, o a un motel si es el caso, para satisfacer nuestros deseos, tanto los más sublimes como los más perversos.

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Les Luthiers severamente enojados al enterarse
que acabo de robarles un chiste.


Así, cuando la fémina se harte de ser manoseada en público por un perfecto desconocido (situación que seguro la hace sentir como un tesoro invaluable o una princesa encantadora), será nuestro deber llevarla a otro lado. Pero cuidado, porque presa de nuestras propias palabras y ligero retraso mental, podríamos caer en alguno de los siguientes errores:

  • Decir Vamos a un lugar más tranquilo, y luego confundidos llevar a la señorita a una biblioteca pública o una clase de yoga. Luego, al intentar seducirnos contestar con un serio y categórico “¡'Salí boluda! ¡¿No ves que estoy leyendo/elongando?!
  • Decir “Vamos a un lugar donde podamos estar solos”, llevarla a su casa, saludarla desde la ventanilla del auto e irnos a nuestra propia casa para que cada uno pueda estar solo.
  • Decir “Vamos a un lugar donde podamos hacernos mimos” y llevarla a una escuela para mimos o a pasear por alguna peatonal para ver a los mimos y las estatuas vivientes que suelen habitarlas. En un escenario más favorable, podrían terminar en algún dormitorio disfrazados de mimos, pero será necesario tener mucho cuidado de no gritar “!Ah, maldita sea, un mimo!, buscar la .45 que guardamos en el cajón de las medias, vaciarle un cargador en el pecho y tirarlo por el balcón, ejercicio que se conoce como “Procedimiento de acción estándar frente a la presencia de un mimo” y es enseñado en cualquier escuela secundaria del conurbano bonaerense. Cabe aclarar que esquivando ambas situaciones uno igual podría sentirse tentado de repetir lo indicado en el post Osito Cariñoso: no lo hagan, se van a condenar a una vida de no ponerla nunca más.

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El sexo entre mimos definitivamente tiende
a irse muy al carajo, no lo intenten. Además
no se que tratan de hacer… ¿es la escalera invisible?

 

 

* Nota: este chiste no es entendible sin haber escuchado antes las publicidades de máquinas cosechadoras que pasan por AM en LV3

lunes, 15 de marzo de 2010

Call Center

El hombre tiene dos fijaciones particulares respecto a las mujeres: por un lado creemos que tocarles bocina es un piropo muy fino y delicado; y por otro creemos que tener el número de teléfono de una mujer es un pase directo a llamarla e inmediatamente tener relaciones sexuales con ella. No digo que suceda siempre de esa forma, pero es un común denominador. Esta necesidad de poseer números de teléfono ajenos durante mucho tiempo implicó el acarrear una agenda y una lapicera a todos lados, al menos para los más organizados, los que siempre vivimos surfeando la ola del “no se que va a pasar dentro de 15 minutos” llevamos solo la lapicera y nos vamos tatuando los números de teléfono en el brazo solo para llegar a casa y descubrir que la tinta fue absorbida por la piel o, en su defecto, por la remera nueva que ahora luce una adorable mancha azul en el costado izquierdo.

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Fabricado para boludos como vos que se
manchan la ropa y quieren que les sople
la nuca Fabián Gianola


Con el correr del tiempo afrontamos la derrota que supone que la mayoría no esté dispuesta a darnos su número de teléfono privado y nos hemos vuelto más proactivos al respecto: ahora somos nosotros quienes vamos por la vida dando nuestros números de teléfono a cuanta damisela de glúteos firmes se cruce en nuestro camino en la esperanza oculta de que alguna, al menos una siquiera, nos haya considerado lo suficientemente interesantes y atractivos como para llamarnos. Sin embargo, andar por la vida diciendo “dale, anotá.. uno, cinco, cinco, dos, cuatro…” es lo menos glamoroso que hay y probablemente sea un esfuerzo inútil en pos de los flacos resultados que semejante actitud podría obtener. Por eso, inventamos la tarjeta de negocios.

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No importa que diga la tarjeta, el mensaje que queremos
transmitir es el siguiente: “Estoy disponible


Recientemente me encontré con el caso de una dama quien, en virtud de su nuevo lugar de trabajo y los nuevos contactos realizados, ahora posee una generosa colección de tarjetas de negocios, todas pertenecientes a ingenieros, en su cartera. Seamos honestos, la situación es totalmente comprensible dado los atributos físicos y la simpatía que desborda la persona de quien les estoy hablando: cualquiera se sentiría tentado de darle una “tarjeta de negocios” aún sabiendo que su estado civil y el anillo en la mano izquierda indican que es casada. Lo que no comprendo es porque un ingeniero tendría una tarjeta de negocios.

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Tengo que reconocer que de todas formas es
bastante impresionante.


Entiendo tener una tarjeta de negocios de un plomero, o de un service de lavarropas, o incluso de alguien que repare ascensores: uno podría encontrarse en una situación en la que necesite un plomero con urgencia y celeridad ante una emergencia, o en la que necesite ser rescatado de un ascensor cuanto antes para evitar orinarse encima y la posterior humillación pública; pero… ¿en cuantas ocasiones uno requiere los servicios de un ingeniero AHORA MISMO? Seamos honestos, cualquier producto de ingeniería medianamente serio requiere al menos unos años de trabajo, ¿que posibilidades hay de que uno requiera de contactarse con un profesional del rubro con absoluta desesperación y apuro?

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¿Hola? ¿Ingeniero? Si… le comento… tengo un edificio
que se cayó, sabe, está de costado. ¿Lo podrá enderezar
para viernes a última hora o sábado a la mañana?

jueves, 11 de marzo de 2010

Insoportable

No es lo mismo…

La Insoportable Levedad Del Ser
(de Milan Kundera)

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Que…

 

La Insoportable Publicidad Del Ser

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viernes, 5 de marzo de 2010

Tembleque

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Ignoren la gelatina en movimiento

Hace ya casi una semana nos desayunábamos con la noticia del violento terremoto que sacudió a nuestros hermanos chilenos. La destrucción ha sido enorme, se han perdido millones de dólares en daños y se han perdido vidas invaluables. Luego estuvimos pendientes del alerta de tsunami, que afortunadamente no tuvo consecuencias notables o dignas de mención. Por un momento se sintió como si el fin del mundo hubiese comenzado a suceder, y sentimos pánico al sentir la fuerza con que el planeta que damos por seguro y sentado puede impactarnos. Nos solidarizamos con el país vecino y los acompañamos en la dura lucha que les espera en su reconstrucción. Pero pasó casi una semana… ¿Ya podemos hacer chistes al respecto?

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Borat dice “Naaaaaaat”. Pero como no
entiende los not-jokes (y yo tampoco),
asumo que es un sí.


Los últimos reportes indican que el violento y devastador terremoto que azotó la zona de Concepción tuvo una intensidad cercana a los 8.8 grados en la escala de Michael J. Fox. Incluso hay quienes afirman haber visto al protagonista de Back To The Future ese mismo día en la playa, y que cuando comenzaron los temblores casi no se le notaba el Parkinson, lo que solo puede ser consecuencia directa de una onda contra-rotante que anulaba sus propios movimientos involuntarios.

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No miren mucho el del interruptor,
les va a hacer mal.


Estoy seguro de que este tipo de humor puede resultar chocante para algunos, pero solo es el resultado de la velocidad con que se mueven las cosas hoy en día. La forma en que la presidenta chilena manejó el asunto es digna de mención, actuó con velocidad y eficacia, teniendo como prioridad el planeamiento a futuro, la recuperación y las consideraciones sociales. De haber sucedido aquí en suelo Argentino, nuestros dirigentes todavía estarían haciendo lobby y discutiendo si es culpa del oficialismo, de la oposición, de los jubilados o de los ingleses por habernos quitado las Islas Malvinas.

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No hay Godzilla, solo hay “la sensación
de que un reptil prehistórico gigante
aterroriza Tokio


Para ser justos con nuestros amigos chilenos, tendríamos que grabarles un compilado musical igual que como hicimos con Haití, que recibieron como ayudita el famoso “We Are The World” edición aniversario, cantado por un montón de gente que no sabemos quien es pero que tuvieron la mejor de las intenciones. Aunque no entendí si era para ayudar a Haití, un tributo a Michael Jackson o una nueva forma de arruinar un clásico. De todas formas, siguiendo en la misma línea de la ayuda musical, propongo armar un compiladito para ayudar a Chile, que tenga canciones como:

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We are the world…
We are the children…
A panda in a plastic horse…
Is always funny…
(es gracioso solo si lo cantan en sus cabezas)

miércoles, 3 de marzo de 2010

Hackers

Cualquiera que haya informatizado en mayor o menor medida diferentes aspectos de su vida, como enviar y recibir mails, pagar sus cuentas on-line o hacerse un Papanicolau electrónico, ha introducido un nuevo miedo en su vida: el miedo a los hackers. No solo porque atentan contra nuestra información privada, sino que pueden quedarse con nuestras cuentas de correo electrónico o Facebook solo con el objetivo de enviar mails haciéndonos pasar por gay; y en peores casos pueden obtener información de nuestras tarjetas de crédito o cambiarnos la fecha en que tenemos que hacernos en e-Papanicolau. En formas más extremas, un buen hacker es capaz de utilizar cajeros automáticos a su gusto o arrancar autos por control remoto, aunque estas últimas actividades caen fuera de lo divertido para entrar en el plano de la delincuencia y es frecuente que estos hackers más experimentados intenten evadir la justicia tanto como les sea posible para evitar terminar en prisión.

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Izquierda: un Hacker que robó datos de tarjetas
de crédito para comprarse un iPhone.
Derecha: un rapero que golpeó a todo un equipo
de básquet solo para robarles las zapatillas.
Adivinen quien es la perra de quien…


Este miedo a ser el chiche sexual de un preso “de verdad por matar a alguien y no por andar haciéndose el pelotudo con la computadorita” hace que los hackers lleven su estilo de vida transgresor hacia otros planos: los hackers están hackeando cosas por pura diversión. Así, hackean combos en McDonalds para ahorrarse $1,50 o van de a dos al supermercado para hackear la caja rápida cuando tienen más de 10 productos, o incluso han hackeado películas en 3D para volver a verlas en 2D, todo para obtener pequeños beneficios personales en función de torcer las reglas un poquito.

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Hack entibiador de botellas al estilo policial


De hecho el futuro solo nos depara hacks más y más suculentos a medida que la informática y la robótica tengan un desarrollo sostenible. De hecho puedo prever que en el futuro un pasatiempo diario será poner robots en contradicciones lógicas o que atenten contra alguna de las 3 leyes de la robótica solo para verlos sobrecalentarse y explotar mientras nos cagamos de risa en el piso. Tan previsible es este futuro que aunque no existan aún robots a la venta en el mercado, la mayoría ya tiene lista una clausula en la garantía que aclara la invalidez de la misma si “el robot es expuesto a una contradicción lógica” o “es obligado a tomar cerveza”.

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Pero tengan cuidado, no todos los robots se toman
el asunto tan a la ligera y podrían llegar a
ponerse un tanto… violentos.


Sin embargo, para los que no tengan un robot a mano o no quieran esperar tanto tiempo, pueden ir practicando un hack similar ahora mismo en sus casas. Lo único que necesitan es conseguirse un perrito y ponerle de nombre “Sit” o “Sentado”. A continuación entonces, solo resta acostumbrarlo al nombre y llamarlo desde la otra punta del departamento: si acude a su dueño entonces respeta la premisa de que al ser invocado por su nombre debe llevar a cabo la mencionada tarea, pero fallaría a la instrucción de quedarse sentado; mientras que si se queda sentado está obedeciendo la instrucción de sentarse, pero fallando a responder la premisa de que cuando se invoque su nombre debe acudir a su dueño, situación esta última de todas formas un tanto normal dado que un perro promedio responde al llamado solo el 60% de las veces y el 40% del resto de los intentos procederá a ignorar la instrucción o a lamerse sus partes íntimas.

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No encontramos mejores sujetos de prueba,
sepan disculpar la variabilidad estadística.


El resultado científicamente esperable es que el perrito empiece a dudar que acción realizar, abrumado por la contradicción lógica a la que la instrucción lo conduce, comience a moverse nervioso, ladre insistentemente y eventualmente explote. Luego su dueño, orgulloso, podrá sacarle una foto y subirla a www.ihackedmydog.com y así compartir con el mundo la felicidad que nos provoca hackear el perrito de alguna ex-novia.

Dog-Shoot
Otra forma igual de divertida de
“hackear” un perrito.

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