jueves, 21 de febrero de 2008

Inmigrant Dream

Hace un par de dias me encontraba con mis compañeros de trabajo debatiendo acerca de los sueños, el misticismo que los rodea y de ciertas propiedades particulares que los caracterizan. Que si los sueños son a colores, que si se puede escuchar música en los sueños, que si se puede leer, que si son recurrentes, que si son o no carentes de significado, etc...

Pronto llegué a la conclusión de que nada de eso importaba, puesto que unas horas despues (ya en el comfort de la alcoba de mi hogar) tuve el mejor sueño de la historia. Ciertamente dudo que alguna ves vuelva a soñar algo tan poderoso como esto que paso a relatarles ahora.

En el sueño me encontraba tras el escenario de un teatro, realmente un lugar muy elegante y cuidado que destacaba por los cuatro costados el ser construido con buen gusto y excepcional calidad. A excepción de las luces de colores del escenario, todo el resto se teñía de rojo tanto en el techo, el telón, los pisos, etc. Solo cortaba semejante despliegue de rojizos ciertos detalles color bronce a modo de bordados. Y allí estaba parado yo, detrás del escenario, con el ensordecedor sonido del público, los flashes de las cámaras. Pero claro, nos aplausos y exclamaciones no eran hacia mí puesto que no me encontraba en el escenario (ni se suponía que debiera estar allí, ni pretendía que eso sucediera tampoco), el mismo se encontraba ocupado por los más grandes dioses del rock 'n' roll: Led Zepplin se encontraba en el escenario!!!!! Robert Plant exclamando furiosamente las letras, Jimmy Page atentando contra la tranquilidad de las cuertas de su guitarra, John Paul Jones marcando el ritmo de las bajas frecuencias con su bajo... el baterista ausente pero no por eso su instrumento se encuentra en silencio (quizás el espíritu del gran Bonham estaría al mando?). Excitando los parlantes y también el espíritu del público, se escuchan los acordes de "Whole Lotta Love" (recomendación: seguir leyendo con la música ambiental sugerida).




Sin duda el tiempo no pasa en vano, realmente sorprende ver como los dioses del rock han envejecido, como su piel se ha puesto arrugada, sus cabellos menos profusos y más grisaceos, pero sin embargo no han perdido ni un ápice de la genialidad que los caracteriza y los convirtió en leyendas vivientes. Suenan excelente, como si empuñar micrófonos e instrumentos y ejecutarlos con total destreza fuera más un instinto que una habilidad. Como si el último recital hubiera sido el día anterior y no más de 20 años atrás en el tiempo.


Jimmy Paige, Robert Plant y John Paul Jones tal y como los mostrara Rolling Stone hace un par de meses


Pero como si ver a Led Zeppelin reunidos nuevamente, en el mismo escenario que ellos, no fuera suficiente, mi sueño me depararía aún un honor más grande. Quienes lo duden, continuen leyendo.

Buena parte del sueño consistió solo en verlos tocando, pero de forma imprevisible y repentina (como sucede siempre en los sueños), la música se desvaneció junto con el público quedando todo en silencio. Ya no había instrumentos en el escenario, sinó que buena parte del mismo se había transformado en un bar que continuaba la visión estilísitica del resto del teatro: todo era rojo a excepción del color bronce de todos los elementos metálicos del bar. Sentado en una banqueta alta, junto a la barra, se encontraba Robert Plant. Pantalón negro, camisa con algunos dibujos y un chaleco de color oscuro, casi borravino. Lentamente me acerco, con la intención de... bueno... no se cual era mi intención. A medida que me aproximo, Robert Plant me dirige la mirada, se para de su banqueta y comienza un pequeño dialogo.

- You want an autograph, right?
- Of couse I do!! But all I have is this, and unfortunately no pen!!

Entonces extiendo a Robert Plant un vaso amarillo de plástico (regalo de mi cuñada) que tiene impresos diversos animales de granja y proviene del Parque de la Costa. Si, estaba cara a cara con Robert Plant y lo único que tenía disponible para ser autografiado era ese vaso plástico, aunque en mi defensa tengo que reconocer que uno nunca puede estar lo suficientemente preparado para conocer a un ídolo del rock.

Continuando con el sueño, Robert Plant toma el vaso, luego encuentra una lapicera sobre la barra del bar (de las clásicas Bic azules con capuchón blanco) y se dispone a dejar estampada su fierma. Me lo devuelve con un clásico "- There you go, kid", a lo que respondo con un impertinente "- Can I give you a hug?". Casi al borde de las lágrimas, me doy un fraternal y amigable abrazo con Robert Plant. Luego se sienta nuevamente en la banqueta que se encontraba al principio para concentrarse nuevamente en sus asuntos.

Doy media vuelta y en la otra punta del bar/escenario observo a Jimmy Paige que camina en mi dirección. Alentado por la buena experiencia anterior, me acerco con el vaso y la lapicera antes mencionada al encuentro de Jimmy Paige. Canoso como en la foto anterior, pantalón de vestir negro y camisa verde con destellos amarillos, es aún más receptivo que Robert Plant.

- Jimmy!
- Hey kid, what can I do for you?
- Can you sign this glass for me?
- Yeah, shure! (mientras estampa su firma sobre el vaso plástico)
- Can I give you a hug?
- Yes, c'mon, get over here?

No solo consigo el autógrafo, sinó también el abrazo de Jimmy Paige.

Me alejo caminando, pero a último momento doy un giro, alzando la mano para saludar a Jimmy Paige y hacer un último comentario:

- Hey! See you in the comeback!
- Or dead!

Con esa última frase de Jimmy Paige el sueño se desvanece y vuelvo al mundo real, donde mis ídolos de rock ya no están presentes y sus firmas no están en mi vaso.


En este vaso es donde deberían estar las firmas de Jimmy Paige y Robert Plant. No están porque la realidad apesta.




Fin





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