Vivir en Argentina, y principalmente en Capital Federal, tiene infinitas ventajas. Desde la abrumadora cantidad y calidad de especímenes femeninos que transitan la ciudad y con su sinuosa anatomía alegran la vista de los machos alfa que circulan, provocando en más de uno alguna molestia en el cuello al verse forzados a girar para tener vista plena de ambas caras del asunto, aunque quede convenientemente explícito que desde una de las caras es prácticamente imposible observar la cara o rostro propiamente dicho; pasando por la diversa oferta cultural que nos permite expandir nuestras mentes en una lista de matices eterna e inabarcable; hasta las infinitas oportunidades recreativas o alimenticias que están siempre disponibles a cada paso que damos.
Hombre se lesiona el cuello mientras pone cara de
”Uf, que culo tiene esa morocha”
Si, la vida acá es perfecta… una vez que te acostumbras. Es el equivalente a decir “mi próstata está perfecta”, pero solo porque vas cada 15 días al médico para que te introduzcan sin piedad un dedo en la retaguardia y te cambien la medicación. Y en cierta forma uno se acostumbra, porque además de las complicaciones imprevisibles del día a día, uno vive con complicaciones perfectamente evitables y que alguien, por algún motivo, permite que suceden día tras día. Es como si de golpe el urólogo viniera a tu casa todos los días a revistarte la próstata y nadie hiciera algo para evitarlo.
No, no es una mano de cotillón, es solo camuflaje
para que nadie vea el tamaño real del dedo
índice del Dr. Dedote, proctólogo.
Así, apenas nos levantamos por la mañana empezamos con las obligatorias novedades de colectiveros que, a diferencia de nuestro amigo el proctólogo, han perdido el dedo índice en algún violento asalto; nos enteramos que de 5 de la tarde a 8 de la noche vamos a estar sin luz, sin gas, sin agua y hay un 80% de probabilidades de que un oso entre al departamento para mearnos encima, situación que no nos preocupa dado que llegaremos a nuestros hogares a las 10 de la noche debido a la necesidad de esquivar los múltiples piquetes y cortes que diariamente se cagan en los derechos humanos, y que obligan a que nos desviemos del camino habitual para tomar ir hasta Entre Ríos, luego subir a Santa Fe y devolvernos luego a territorio bonaerense con un par de minutos de retraso.
Para los que supusieron que “Entre Ríos” y “Santa Fe”
eran calles de Capital Federal. Ilusos.
¿Como fue que llegamos a esta situación? Fácil, de forma progresiva: los seres humanos actuamos de la misma forma que la rana sumergida en agua puesta a hervir lentamente, no notará la temperatura real del agua en tanto la cocción sea progresiva, y no intentará huir de la situación hasta que ya sea demasiado tarde, siendo “tarde” el equivalente a “sopa de rana”. Al principio nos indignábamos por los cortes y pedíamos que los eviten, luego aprendimos a agradecer que al menos avisen antes, eventualmente terminamos aceptando el hecho y vemos todas las mañanas como evitar los mini Irak que estallan en el microcentro porteño. Pero el mejor indicador, el más soslayado e invisible, está en los servicios de transporte público. Invito a los lectores a usar la memoria y recordar la siguiente evolución en las notificaciones de los informativos matutinos respecto de los servicios ferroviarios, tanto los que lo hacen en la superficie como los que cruzan la ciudad por túneles:
- Hace 5 años: “Trenes y Subtes en horario” – Se da por asumido que llegan en horario.
- Hace 2 años: “Con la frecuencia habitual" – Ya los retrasos son notorios, por lo tanto estipular su frecuencia se vuelve imposible.
- Desde hace 1 año: “Con las demoras habituales” – Ya llegan todos tarde, sea cual sea el horario. Se considera la demora como una normalidad. El 100% de las señoras recoletas se queja poniendo cara de indignación y diciendo “pero que barbaridad…”
- Pronóstico para dentro de 2 años: “Altas probabilidades de ser sometido sexualmente por un nigeriano” – Para felicidad de algunos y espanto de otros, el país ha estallado en anarquía de la forma menos previsible: con permanentes ataques sexuales de nigerianos. Las señoras recoletas, por motivos desconocidos, dejan de quejarse y usan el servicio con mayor frecuencia que antes.
Vean que feliz está la señora solo por tener al nigeriano
sobándole el tuje…
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