Ya aclaré en algún momento que de todos los temas que me podrían interesar, he desarrollado una particular aficción hacia los deportes motor. Y de todas las posibles categorías, me he decantado hacia la Fórmula 1 (aunque no por ello deje de lado otras categorías importantes como WTC, DTM, V8 Supercars o nuestroTC2000). Y de todas las escuderías para elegir, me enamoré de Ferrari.
Todo sucedió allí por el año 2000, donde un inspirado Michael Schumacher se las había arreglado para pelearle el campeonato a un muy superior Mika Hakinen. El campeonato se iba a definir en Suzuka, que en ese momento era la última carrra del campeonato. Ferrari venía de una racha de 14 años apenas ganando un par de carreras por temporada, el rendimiento no era para nada el óptimo para pelear una copa de constructores y pilotos. Pero ahí estaba Michael Schumacher, quién gracias a una temporada lluviosa y habilidad en pies y manos, se alzaría con los honores de su tercer campeonato del mundo y el apodo de "Rain Master".
La prensa italiana deliraba, imperdible el relato de los romanos en la transmisión televisiva. Mientras Italia festejaba la victoria de la scuderia del Cavallino Rampante, yo me contaminaba del espíritu tifosi. El scudetto de Maranello ya estaba tatuado bajo la piel, invisible pero no por ello imperceptible.
Lo que siguió fué histórico, con los himnos de Italia y Alemania sonando casi en todos los Grandes Premios. 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004, todos años de campeonatos para Ferrari y Michael Schumacher, quién totalizaría 7 campeonatos del mundo y el batir prácticamente todos los records de la categoría (solo le faltó el de Patresse, quién es el piloto que más carreras corrió en la historia de la categoría). Las victorias fueron devastadoras, el resto de las scuderías no podían bajo ningún punto ponerse a la par de la máquina rossa.
Solo en el año 2003 Ferrari tuvo un pequeño traspié víctima de problemas en los neumáticos, lo que evitó tener algún piloto en el podio, record que sostenían desde hacía 3 años. De todas formas el campeonato fué para ellos, solo un sobresalto de inicio de temporada.
El año 2005 fué particularmente caótico para la scudería. Cambios en las reglamentaciones introducidos principalmente para frenar el dominio del fuhrer sobre sus contendientes y el la introducción de nuevos chasistas y motoristas en reemplazo de los ya veteranos pero expertos inenieros, dieron como resultado una temporada nefasta. Apenas algunos puntos sumados, con un deslucido manejo de sus pilotos y paupérrimo rendimiento del vehículo. Ferrari, con tantos cambios simultáneos, había ingresado en etapa de transición. Etapa que continuaría hasta bien entrada la temporada siguiente.
Finalmente comienza la temporada 2006. Alonso demostraba su hinchado ego de campeón vigente, y con un Renault muy acorde en rendimiento, lideraba el campeonato desde el comienzo. Pero hacia la mitad del mismo, la situación comenzó a cambiar. La scudería de Maranello había completado el desarrollo del monoplaza. Y era rápido, muy rápido. Schumacher ganaba en Monza y hacía público el anuncio de su retirada de la categoría. Un día triste, lleno de emociones encontradas entre la victoria del múltiple campeón y el saber que a partir desde el año siguiente no lo veríamos más haciendo su magia. Oficialmente Raikkonen lo reemplazaría al mando de la máquina de F1. Pero aún faltaba mucho para vivir hasta fin de año.
Quizás por nervios, quizás por destino, Renault cometió muchos errores y pronto el campeonato estaría igualado en puntos... pero con Michael Schumacher a la cabeza por cantidad de triunfos. Estaba todo "mano a mano", piloto contra piloto, máquina contra máquina. No había lugar a errores, Alonso había demostrado su calidad de campeón en una oportunidad... Schumacher lo había hecho en siete oportunidades. Solo dos carreras.
El GP de Suzuka comenzaba de la mejor forma posible, con Pole Position, perfecta largada, excelente rendimiento y brillante parada en boxes. Alonso a la zaga de Schumacher, no demasiado lejos pero no lo suficientemente cerca como para presionar. Entonces el horror. Todavía resuena la frase de F.Tornello en mi cabeza mientras el bólido rojo desaparecia de la pantalla... "Hay humo en la Ferrari ... ¡Se rompió la Ferrari de Schumacher!". Alonso superaba a Schumacher mientras la F12006 se detenía sobre el cesped. En la madrugada porteña, observaba en silencio y con lágrimas en los ojos como el campeonato se acababa de escurrir entre los dedos.
Comenzaba el GP de Interlagos, despedida del kaiser, del más victorioso, de un piloto cuya grandeza se equipara a la de Fangio o Senna. La carrera comenzaba complicada, con fallas mecánicas y la moral por el piso: Schumacher largaba en 10º posición. Segunda vuelta, un toque con el Renault de Giancarlo Fisichella revienta el neumático trasero izquierdo de la Ferrari, la carrera habría que remontarla desde el último lugar. Y entonces la proeza del ídolo, haciendo la remontada más espectacular que he visto. Un ritmo de carrera infernal, adelantando auto tras auto, batalla endemoniada y sablazo sobre el McLaren de Kimi Raikkonen. En la última vuelta, Schumacher cronometraba el record de la carrera. Pedal a fondo, siempre. Hasta la última vuelta, hasta el último metro.
Eso representan Ferrari y Michael Schumacher: todo o nada. Ningún fanático es más fiel que un tifosi, en las buenas y en las malas. Y hoy, tras 2 años de sequía de campeonatos y enfrentando una temporada que no parece prometer demasiado, soy más fanático que nunca.
Forza Ferrari!
Todo sucedió allí por el año 2000, donde un inspirado Michael Schumacher se las había arreglado para pelearle el campeonato a un muy superior Mika Hakinen. El campeonato se iba a definir en Suzuka, que en ese momento era la última carrra del campeonato. Ferrari venía de una racha de 14 años apenas ganando un par de carreras por temporada, el rendimiento no era para nada el óptimo para pelear una copa de constructores y pilotos. Pero ahí estaba Michael Schumacher, quién gracias a una temporada lluviosa y habilidad en pies y manos, se alzaría con los honores de su tercer campeonato del mundo y el apodo de "Rain Master".
La prensa italiana deliraba, imperdible el relato de los romanos en la transmisión televisiva. Mientras Italia festejaba la victoria de la scuderia del Cavallino Rampante, yo me contaminaba del espíritu tifosi. El scudetto de Maranello ya estaba tatuado bajo la piel, invisible pero no por ello imperceptible.
Lo que siguió fué histórico, con los himnos de Italia y Alemania sonando casi en todos los Grandes Premios. 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004, todos años de campeonatos para Ferrari y Michael Schumacher, quién totalizaría 7 campeonatos del mundo y el batir prácticamente todos los records de la categoría (solo le faltó el de Patresse, quién es el piloto que más carreras corrió en la historia de la categoría). Las victorias fueron devastadoras, el resto de las scuderías no podían bajo ningún punto ponerse a la par de la máquina rossa.
Solo en el año 2003 Ferrari tuvo un pequeño traspié víctima de problemas en los neumáticos, lo que evitó tener algún piloto en el podio, record que sostenían desde hacía 3 años. De todas formas el campeonato fué para ellos, solo un sobresalto de inicio de temporada.
El año 2005 fué particularmente caótico para la scudería. Cambios en las reglamentaciones introducidos principalmente para frenar el dominio del fuhrer sobre sus contendientes y el la introducción de nuevos chasistas y motoristas en reemplazo de los ya veteranos pero expertos inenieros, dieron como resultado una temporada nefasta. Apenas algunos puntos sumados, con un deslucido manejo de sus pilotos y paupérrimo rendimiento del vehículo. Ferrari, con tantos cambios simultáneos, había ingresado en etapa de transición. Etapa que continuaría hasta bien entrada la temporada siguiente.
Finalmente comienza la temporada 2006. Alonso demostraba su hinchado ego de campeón vigente, y con un Renault muy acorde en rendimiento, lideraba el campeonato desde el comienzo. Pero hacia la mitad del mismo, la situación comenzó a cambiar. La scudería de Maranello había completado el desarrollo del monoplaza. Y era rápido, muy rápido. Schumacher ganaba en Monza y hacía público el anuncio de su retirada de la categoría. Un día triste, lleno de emociones encontradas entre la victoria del múltiple campeón y el saber que a partir desde el año siguiente no lo veríamos más haciendo su magia. Oficialmente Raikkonen lo reemplazaría al mando de la máquina de F1. Pero aún faltaba mucho para vivir hasta fin de año.
Quizás por nervios, quizás por destino, Renault cometió muchos errores y pronto el campeonato estaría igualado en puntos... pero con Michael Schumacher a la cabeza por cantidad de triunfos. Estaba todo "mano a mano", piloto contra piloto, máquina contra máquina. No había lugar a errores, Alonso había demostrado su calidad de campeón en una oportunidad... Schumacher lo había hecho en siete oportunidades. Solo dos carreras.
El GP de Suzuka comenzaba de la mejor forma posible, con Pole Position, perfecta largada, excelente rendimiento y brillante parada en boxes. Alonso a la zaga de Schumacher, no demasiado lejos pero no lo suficientemente cerca como para presionar. Entonces el horror. Todavía resuena la frase de F.Tornello en mi cabeza mientras el bólido rojo desaparecia de la pantalla... "Hay humo en la Ferrari ... ¡Se rompió la Ferrari de Schumacher!". Alonso superaba a Schumacher mientras la F12006 se detenía sobre el cesped. En la madrugada porteña, observaba en silencio y con lágrimas en los ojos como el campeonato se acababa de escurrir entre los dedos.
Comenzaba el GP de Interlagos, despedida del kaiser, del más victorioso, de un piloto cuya grandeza se equipara a la de Fangio o Senna. La carrera comenzaba complicada, con fallas mecánicas y la moral por el piso: Schumacher largaba en 10º posición. Segunda vuelta, un toque con el Renault de Giancarlo Fisichella revienta el neumático trasero izquierdo de la Ferrari, la carrera habría que remontarla desde el último lugar. Y entonces la proeza del ídolo, haciendo la remontada más espectacular que he visto. Un ritmo de carrera infernal, adelantando auto tras auto, batalla endemoniada y sablazo sobre el McLaren de Kimi Raikkonen. En la última vuelta, Schumacher cronometraba el record de la carrera. Pedal a fondo, siempre. Hasta la última vuelta, hasta el último metro.
Eso representan Ferrari y Michael Schumacher: todo o nada. Ningún fanático es más fiel que un tifosi, en las buenas y en las malas. Y hoy, tras 2 años de sequía de campeonatos y enfrentando una temporada que no parece prometer demasiado, soy más fanático que nunca.
Forza Ferrari!
1 comentario:
hola fian, soy el guano y quería felicitarte por adentrarte en la actividad bloggera... Yo no hace tanto también empezé mi blog en donde escribo menos cantidad que vos y únicamente agrego info de diseño, publicidad, software y alguna que otra huevada. También si querés fichalo y dejame algún comentario (www.photo-grafika.blogspot.com) Bueno loca, suerte en tus cosas y ya me voy a ir haciendo adicto a tu blog. Abrazo y saludos.
Yo, el magnánimo micro-guano
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