martes, 21 de abril de 2009

Roles Invertidos

Volviendo del trabajo, como una alarma silenciosa, resonó en mi cabeza el recordatorio de que debía parar en la veterinaria a comprarle comida a mi adorada Micha.

Ya con dos kilos del colorido alimento en mis manos, entré al departamento para encontrarme con la encantadora sorpresa de que durante mi ausencia, el felino había hecho sus necesidades, regando el aire con un inconfundible y cuestionable aroma a heces y decorando el piso con multitud de piedritas blancas. Naturalmente, tuve que limpiar y aromatizar el área.

Luego tomé los recipientes rojo y verde que se estacionan en el living para completarlos de comida y agua respectivamente.

Entré al dormitorio, para encontrarme a mi peluda compañera esparcida sobre la cama durmiendo, tarea en la que ocupa el 90% del día. Tendí la cama como pude, intentando no incomodarla dado que por su expresión y postura estaba muy claro que no pensaba moverse del sector de cama que durante todo el día había entibiado a fuerza de continuas siestas.

Solo luego de sacudirla un poco sin querer, se dignó a recibirme con un “miau” soñoliento, tras el cual ofreció el lomo y la panza para recibir caricias y mimos de mi parte, a los cuales me fue imposible negarme.

Micha En La Cama¿Como resistirme a eso?


Toda esa dinámica felino-asistencial, me puso a pensar por un segundo. ¿Quien está al servicio de quien? ¿Es realmente la gata mi mascota, o soy yo su mayordomo? Es decir, la alimento, duerme en la cama (y más cómodamente que yo, a juzgar por como me suele doler la espalda por las mañanas fruto de mis contorsiones para no patearla), limpio su cajita de arena aún a pesar del disgusto que me produce esa tarea.

Creo que el mismo planteamiento vale aún más para un perro, porque además de todo eso también hay que sacarlo a pasear. Y ahí esta el dueño, con frío y sueño a horas en las que preferiría estar en la cama, sosteniendo la cadena que evita la escapatoria del can, mientras este último se niega a hacer sus necesidades en cuanto árbol le indica el dueño vaya uno a saber porque perrunos motivos. Además, es muy clara la posición: el perro va a adelante, así que técnicamente es él quien decide a donde va el paseo y no el dueño.

Catzilla_vs2Créanme, esto no sucede solamente porque los gatos no quieren. Si quisieran, no podríamos hacer nada para evitarlo.

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