Rent-A-Child

Los infinitos cambios en el estilo de vida de cualquiera de las clases sociales, tanto cultural como económicamente hablando, impactan irremediablemente en la comunidad de la que son parte. Los hippies, la droga, la forma en que las mujeres se incorporaron al entorno laboral, el comunismo, la música pop o porque no también el menemismo… todo ha afectado la cotidianeidad de los habitantes. Una de las tantas consecuencias es la prolongación de la adolescencia y la juventud en general, postergando de esta forma la toma de decisiones importantes como la estabilidad económica, el matrimonio y la paternidad/maternidad en última instancia. La gente que antes tenía hijos a los 22 años, hoy lo haría a los 30, excepto que provengan de un barrio marginal en donde la edad promedio de maternidad ronda los 15. Incluso es frecuente escuchar a las mujeres decir que no van a tener hijos, que la maternidad no es para ellas, pero luego verlas derretirse al ver una criatura con la cara embadurnada de puré de manzana. Lo cierto es que no han dejado de gustarle los bebés, solo que les gustan por un espacio de tiempo menor: de tolerarlos toda la vida pasaron a tolerarlos solo mientras son adorables, para luego tolerarlos solo durante espacio de algunas horas, siendo además estas horas preferiblemente en las cuales no se necesite cambio de pañal y no llore como desquiciado.

 
Izquierda: Los Ingalls, una familia tipo, bien constituida y decente, como en los viejos tiempos.
Derecha: Los Hogan, una esposa de plástico, un
hijo gay y medio pelotudo, una hija bien trolita
y un golpeador crónico.

Lo óptimo para saciar este cada vez menos sediento instinto maternal sería conseguir un sobrino/a o la criatura de una amiga que necesite cuidado durante unos momentos, pero dichas opciones no siempre se encuentran disponibles; y tolerar 25 años de tortura en las cuales hay que ayudarlos con los deberes, escuchar puertas golpeándose, soportar teenagers gritando “te odio”, poner sobrios adolescentes ebrios, atender llamadas telefónicas de madrugada donde nos explican que “el auto misteriosamente se enganchó de frente contra un árbol” o tratar de entender inexplicables cambios de carreras universitarias tan disimiles como “me pasé de Odontología a Filosofía”… semejante esfuerzo parece no valer la pena por los míseros tres añitos iniciales en los que son perfectamente adorables a pesar del semi-permanente aroma a pañales sucios que inunda la casa.

Ya no se ven familias felices con este instinto
materno-paternal. Aunque creo que están exagerando.
Malditos hermafroditas filipinos…

Por lo tanto, y como me lo indica mi instinto capitalista, planeo hacer dinero con esta situación: voy a montar un servicio de alquiler de bebés, para que las madres puedan disfrutar de uno por uno o dos días y luego devolverlo sin tomar responsabilidad alguna sobre tareas elementales relacionadas con la crianza. Es el equivalente materno a devolver una película sin rebobinar, placer que quienes tienen edad suficiente como para haber alquilado un VHS deben haber sentido al menos una vez. Claro que extendiendo la comparación, nadie puede garantizar que el infante no presente alguna “raya” que pueda interponerse en el pleno disfrute de la pseudo-maternidad, pero lo mismo vale para cualquier cosa que uno pueda alquilar a un par de cuadras de casa; y por el hecho de que el nene tenga la manía de tirarle la cola al gato para hacerlo gritar, o meter el control remoto en el inodoro y después tirar la cadena, eso no lo hace menos adorable.

Izquierda: el nene de la película “Adorable Criatura”
Derecha: el mismo nene, pero más grande. Tiene
una banda de rock llamada “Empanada de Prepucio”

Como en todo servicio de alquiler, existirían promociones de 2x1 para quienes quieran mellizos, o poder alquilar un nene ligeramente crecidito y fuera del rango de máxima adorabilidad a un precio menor. Si quedaría anulado el buzón de devoluciones, meter un infante en un buzón grande durante toda la noche es simplemente cruel e inhumano. Algo si implementable, y más interesante aún que las propuestas anteriores, sería poder alquilar niños con temas hollywoodenses, como si uno realmente hubiera ido a un Blockbuster, abriendo así la oportunidad de alquilar un niño estilo “Slumdog Millionaire”, es decir, hindú; o porque no una niña estilo “Legalmente Rubia”, es decir vestida de rosa y no demasiado inteligente; o un varoncito estilo “Crepúsculo”, es decir albino, ligeramente gay y cubierto de brillantina.

Si querés un nene estilo “Conan”, vas a tener que
esperar: figura en la lista de “próximos estrenos”.

Naturalmente, quienes estén en soltería siempre pueden pasar por la sección para adultos y alquilar una criatura con más de 18 años, que sea menos adorable pero más útil a otros propósitos que podrían, o no, involucrar ciertas referencias infantiles en el atuendo, el peinado con dos colitas o la desviada ambivalencia de palabras como “pete”, “papi, “bebota” o “mamadera”.

Si piensan que voy a poner imágenes eróticas en
mi blog, están equivocados. Pero si voy a decir
”culo”, “tetas” y “contenido adulto” solo para
ver si alguien cae acá buscando en Google.