martes, 18 de agosto de 2009

Más Que Dos

rutina Quizás por el destino o quizás porque inexorablemente las cosas se tienen que dar de una forma y no de otra, lo cierto es dicha actividad siempre la había realizado solo o en compañía de mi esposa. Vez tras vez, día tras día, desde el comienzo hasta el fin, siempre lo hice con ella o en su defecto, totalmente solo aunque acompañado con mis pensamientos y mi imaginación. El devenir de la primavera, la forma en que el calor aumenta en forma inversamente proporcional a la superficie de tela utilizada para cubrirse de las inclemencias del clima, el florecimiento de las hormonas, una decisión estudiada pero aún así tomada de apuro; todo llevó a que ese día comenzara en forma diferente.

2- otra puerta roja La relativa calma que anticipa la tormenta estuvo presente durante todo el día, pendiendo sobre mi como una daga dispuesta a caerse sobre mí con total impunidad y que solo a fuerza de concentración es posible mantener suspendida sin que se derrumbe sobre nosotros con las previsibles consecuencias para nuestros crispados nervios. Llegada la hora tomé mis cosas y me retiré disimuladamente, para que nadie se percate de lo que para mi era obvio. Momentos después estaba allí, esperando que esa puerta se abriese, y visiblemente traicionado por mi inquietud me sorprendí al momento en que se abrió. Adentro no estaba yo solo, ni estaba solo con mi mujer, los habitantes se contaban por decenas, por cientos. Me acomodé como pude entre esos extraños, todos sabíamos para que estábamos allí, era inútil hacer un comentario al respecto. La complicidad de las miradas, la puerta ahora cerrada que anulaba cualquier intento de cobardía y escapatoria. Todos sabíamos que se trataba de un viaje solo de ida.

sentidos Los aromas se intensificaron, las texturas salieron a relucir, el contacto de los cuerpos fue inevitable. Las miradas, la respiración agitada, la concentración absoluta en no perder el equilibrio ante los impredecibles movimientos de un grupo de personas que por un momento parecían un solo ente. El sudor imperceptible que cae por el pecho, la sorpresa ante un efímero contacto de una mano anónima contra mis glúteos. Unas tras otras las sensaciones se acumulan rítmicamente y sin pausa en esa ensalada mixta de hombres, mujeres, adultos, jóvenes y yo. Ocasionalmente la puerta se abre para dar paso a nuevos jugadores que inmediatamente pasan a ser parte de lo que acontece dentro, y para dar despedida a aquellos que consideran ya han jugado lo suficiente.

3261633-md Cuando siento que ya he llegado demasiado lejos, a fuerza de un contacto corpóreo aún más violento me abro paso entre los seres que sin darse cuenta me retienen y me invitan a permanecer allí con ellos. Finalmente estoy fuera, del otro lado de la puerta. Mientras sigue abierta, contemplo hacia adentro y veo que todo continúa tal y como antes, nadie notó mi incorporación en su momento y nadie nota mi repentina baja. La puerta se cierra en mi cara y emprendo el regreso a casa, agotado, despeinado y ligeramente sudado.


Ya en casa, mi mujer me recibe con los brazos abiertos. La miro fijamente a los ojos y en un ataque repentino e incontrolable de honestidad le confieso todo: “No sabes lo lleno que venía el subte hoy, no me podía mover. Además, creo que alguien me tocó el culo”.

5 comentarios:

Randy dijo...

Nice done !!!!
hahahaha

Diabla Región 4 dijo...

jajaja, me doy cuenta que la situación que se vive en el metro (o subte como tu le llamas) no cambia aunque México y Argentina estén taaan lejos. La misma historia del trasero manoseado.
Un saludo!!

Florence. dijo...

A mi opinión, el subte en plena hora pico, es uno de los peores transportes de la ciudad, tanto que preferiría caminar, es totalmente desagradable la mezcla de aromas que se producen, y encima tener que estar cuidando de tu cartera/mochila mientras que te fijás que ningun pervertido te apoye o te toque groseramente... ajjajaja
Un beso!

Anónimo dijo...

Totalmente, es el infierno de viajar "a la hora que todo el mundo vuelve del trabajo" (¿acaso todos tenemos el mismo horario? Maldita hora pico) De todas formas, sucede tanto en subtes, como en colectivos, como en trenes. Me gustó el post, la idea del doble sentido. Saludos!

Anti dijo...

jajjaa comparto el sentimiento de aglutinamiento!

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