Matrix IV: Medication

Un poco tarde, pero finalmente sucedió: los hermanos Wachowski decidieron hacer una nueva película de Matrix, que tiene el buen tino (y Gargamuza) de intentar explicarnos que demonios estaba sucediendo en las tres películas anteriores. La nueva encarnación de la serie, Matrix Medication, funciona a modo de precuela del resto de la zaga, y planea explicarnos un poco del pasado y la realidad de los distintos personajes de la serie. Como One Of My Turns es un blog muy muy serio que conoce gente muy muy poderosa, les traigo un adelanto exclusivo de esta nueva producción Hollywoodense.

Matrix IV: Medication

Lo que mas sorprende es que esta película, igual que las anteriores, está basada también en hechos reales, pero en este caso son 100% reales. Verán, la trilogía original se basaba en una realidad altamente distorsionada y muy distante de los hechos verídicos. Acá te vas a enterar de la verdad. No hay tal cosa como el elegido, la realidad alterna, las máquinas, historia de amor, agentes Smith que se clonan ni nada de eso. Todo eso fue un viaje astral al mejor estilo magic-carpet-ride producido las vagas indicaciones de un visitador médico.

Conozcan a Nora, están a punto de
saber mucho más de ella

El verdadero Neo es una simpática y adorable anciana que responde al nombre de Nora Anderson. En un ataque de gastroenteritis y tras llamar al SAME, Nora recibe la visita de Mario, visitador médico de profesión y que en las películas conocimos como Morpheus. Tras revisarla cuidadosamente, hacer el diagnóstico y cerrar la puerta del patio para evitar que el conejito que Nora tiene como mascota corra hacia el balcón (situación en la que Mario le grita repetidas veces “seguí al conejo, que yo le cierro acá así no se escapa”), el visitador le prescribe una receta acerca de como tiene que tomar la medicación.

“Nora, acordate, de la roja te tomás una por día apenas
te levantás; la azul es una cada 6 horas”

Lo que Mario no tuvo en cuenta es el daltonismo de Nora, quien termina tomando las pastillas al revés de como debería y termina en el viaje mágico que pudimos ver en la película. Mareada por la medicación invertida, Nora pierde los bifocales y en su lugar se coloca las gafas de los cines Hoyts 3D que el nieto había dejado arriba de la mesa ratona, lo cual sumado a la psicodelia propia que su cerebro estaba gestionando, no ayudó en lo más mínimo. Luego relataría Nora a los médicos que “veía todo raro, y me sentía como si estuviera flotando”, algo que en la película queda plasmado como la habilidad de Neo para volar y ver el mundo en forma de matrix-code.

La Nora-Cam nos muestra su percepción del mundo
en ese estado. ¿El del fondo es Pochoclín?

Así de alterada, Nora sale lo mismo a la calle con la intención de ir a buscar a su amiga Gladys, con quien había quedado de juntarse el día anterior a tomar té y galletas. Claro, Gladys es a quien se nos muestra como La Pitonisa y que tiene la propiedad de ver el futuro, poder que en realidad se trata solo de una pobre percepción espacio-temporal por parte de nuestra querida y atontada Nora.

“Ay Nora, no sabés lo bien que le está yendo a mi nene en la universidad… bla bla bla bla… ¡Cuidado con el jarrón!”

Asustada y confundida por una experiencia que a los ojos de la elegida desafía la continuidad del tiempo y del espacio, se retira nuevamente hacia su departamento, con la mala suerte de encontrarse al canoso pero elegante vecino del 4º B en el ascensor. Arnaldo, así es como se llama el sujeto a quien la película nos mostró como el Arquitecto pero que en la vida real intenta seducir a Nora en cada intento, la invita a ver la novela en el nuevo y flamante televisor de LCD que ha colocado en el living. Nora, sorprendida por el tamaño de la pantalla y por la tecnología picture-in-picture que le permite a Arnaldo ver el partido de fútbol mientras ella disfruta su novela de la tarde, continúa delirando de formas cada vez más llamativas.

“El control remoto de esto es enorme, Nora.
¿Querés que te lo muestre?”

Como Arnaldo es cualquier cosa menos un lerdo, intenta seducirla con palabras lindas y complicadas demostrando así lo culto que se ha vuelto con el correr de los años. Afortunadamente para Nora llega justo a tiempo para rescatarla su nieta, Trinidad (me niego a explicarles quien es en la película), que la lleva a su departamento sana y salva, o al menos lo más sana y salva que puede estar una persona que no veía tantos colores desde los años 70 en que probó el LSD escuchando Lucy in the Sky with Diamonds.

“Arnaldo, no te hagás el boludo, soltá a la nona”

Sobresaltada, Nora se despierta de noche ya acostada en su cama y rodeada de nada más que la oscuridad. A tientas va hasta la cocina, y confiada de estar abriendo la heladera abre la puertita detrás de la cual se encuentran los productos de limpieza, con tal suerte que un lampazo mal apoyado la golpea justo en la cara nublándole la visión con sus tentáculos polvorientos. Defendiéndose como puede, nuestra jubilada amiga se lo quita de la cara tirándolo al piso, para luego correr entre las sombras al abrigo de las sábanas de la cama.

Tranquila abuela, los Sentinel no existen, es
solo un viejo y sucio lampazo

Al día siguiente, y ya fuera del efecto de las drogas, Nora se dirige a las oficinas del SAME para hacer un reclamo oficial de mala praxis por parte del visitador médico, Mario. Luego de esperar unos momentos en una oficina vacía, Nora recibe la visita del Sr. Esmí, uno de los abogados y representantes legales de la empresa de asistencialismo social y que en las películas pudimos ver representados por el burocrático, poco ético y falto de sensibilidad Agente Smith.

“Señora Anderson, justo me estaba duchando.
Dígame… ¿Que sucedió?”

Pero la pelea legal entre Nora Anderson y el Sr. Esmí ya es una historia totalmente diferente…