Mucho se ha hablado acerca de como la industria musical pierde cantidades enormes de dinero por culpa de la piratería, y como es necesario que migren a nuevos medios de distribución para subsanar la situación en la medida que sea posible. Esto claramente ha promovido la digitalización y el auge de internet como principal canal para la adquisición de música gracias a servicios de e-commerce musical como Amazon o iTunes Store. ¿Pero realmente salimos ganando con este modelo?
Hace unos 10 años, cuando salía un disco nuevo de un artista/banda de esos que uno deseaba, uno podía sentir verdadera emoción. Ir con exasperante frecuencia a preguntar si el disco ya había salido, juntar el dinero para comprarlo, finalmente adquirirlo y llevarlo a casa. Y esa era la subida de la montaña rusa… lo mejor estaba a punto de comenzar: abrirlo, ver el “librito” para sorprendernos con las fotos y desilusionarnos con que no traía las letras, finalmente tomar el disco con el cuidado que merecería una obra de arte y colocarlo por primera vez en el reproductor de CD. Y escucharlo. Una y otra y otra y otra y otra vez. Hasta finalmente volver a colocarlo en su correspondiente caja y ordenarlo en la colección como corresponde.
Todo eso se acabó en buena parte gracias a la Internet. Seguro, podés ir a comprar un disco si te apetece. Pero es infinitamente más fácil, rápido y económico buscarlo en cualquiera de los sitios que se prestan a ese tipo de cosas. Ya no hay emoción, no hay tiempo de espera, no hay nada. De “nunca los escuché en mi vida” a “me bajé la discografía porque me gusta un tema” en unos minutos. Discografía que nunca será escuchada en su totalidad, y que carece de cualquier importancia comparada con la verdadera discografía que podría tener un coleccionista y fanático verdadero.
Y en cierta forma, extraño toda esa emoción. Extraño el que un disco me sorprenda como lo hacía antes, cuando las expectativas estaban tan altas que ni el mejor de los cazadores nos haría precipitar a tierra.
Me imagino aún más atrás, en la época de los 70. Maravillosos, sucios hippies que venían de disfrutar y venerar discos como “Animals” y “Meddle”. Y un buen día… llegó “The Dark Side Of The Moon”. Y la música no volvió a ser la misma. ¿Como habrá sido la primera vez que escucharon el álbum? ¿Como fue la primera vez que yo escuché el álbum? El fanatismo y la devoción llevaron a que lo coleccione en cuanta versión se puso a mis manos y al alcance de mis bolsillos. Ahora lo conozco absolutamente de memoria; lo he escuchado en stereo, en surround y en DTS 5.1; lo tengo en CD, en LP, en LP-HD, en SA-CD, en el reproductor de mp3, mp4 o iPod. Y nunca en mi vida me voy a poder desprender de él.
Pero si hay algo que me gustaría hacer en este momento, es presionar el botón de reset, volver todo eso atrás, y volver a escucharlo por primera vez. Necesito ser sorprendido así nuevamente.
2 comentarios:
como ya he dicho: coincido ampliamente con este post, ademas me reafirmo como hippie loca, no sucia..ojo eh!
pd: Tb toy proxima a tener varios discos de pastaaa de Pink Floyd, t conte?
Besoooo amiguillo
Excelente post! Coincido plenamente con vos. Especialmente, recuerdo esos discos que me regaló mi profesor de guitarra: yo no tenía idea de quiénes eran los artistas, pero el escucharlos me abrió la mente a un mundo musical inmenso. En este post, va un homenaje a él y a las horas de felicidad que me dio a través de Buddy Guy, Muddy Waters, Django Reinhardt y tantos otros...
Besos, abrazos y demás yerbas (de mate, ojo) ;)
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