miércoles, 3 de junio de 2009

Contracciones De Chiste

El humor, esa práctica tan cotidiana que es capaz de alegrarnos el día y hacernos reír hasta las mismas lágrimas, pero que mal ejecutada nos puede dejar en evidencia y vergüenza frente a todos los que fueron objeto de nuestro comentario fallidamente humorístico.

Aquellos que somos personas imaginativas y con buen sentido del humor solemos encontrarnos en una situación muy particular y difícil de resolver: el parto del chiste. Vamos a colocarnos en una contexto familiar y propicio a lo que intento ilustrar. Reunión sábado por la noche en la casa de algún conocido que no pertenece a nuestro círculo cercano de amistades (porque dentro de ese círculo, cualquier chiste es permitido y aceptado sin temor a ser juzgado), nos encontramos dialogando con un un grupo de estos conocidos cuando un comentario de uno de ellos propicia la situación para un chiste de nuestra parte. De pronto el chiste toma forma, parece ser gracioso, está tomando impulso para salir, articularlo verbalmente parece casi natural… estamos teniendo contracciones de chiste. El chiste fecundado y gestado en solo milisegundos está pidiendo a gritos salir al mundo y nacer para ocasionar sonrisas.

Pero es obligatorio detenerse un segundo y reflexionar que, como en todo parto, es necesario pensar las consideraciones que implica el traer algo a la vida. ¿Y si el chiste no es gracioso y nos hace ver como boludos? ¿Y si el chiste realmente es muy gracioso, pero en otro contexto o para otra gente? ¿Y si el volumen no fue el apropiado y no lo escucha nadie… debería repetirlo? Además, está el tema del timing. No todos los chistes son aptos en cualquier momento, la gran mayoría pasadas unas décimas de segundo del comentario original que motiva al chiste ya se vuelven inservibles. Por eso, aún más importante que engendrar el comentario humorístico es la velocidad con que lo podremos analizar y parir vocalmente al volumen apropiado para que sea apreciado por la mayoría involucrada en la conversación.


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Este chiste viene de costado y 1.5 segundos más tarde de lo debido. Te va a hacer quedar como un salame, estás advertido.


¿Que será de la vida de esos chistes frustrados que nunca vieron la luz? Siempre se los puede guardar para la situación propicia y el contexto adecuado. Pero ese chiste carece de espontaneidad, ya viene preparado de antes. Y no se tienen las contracciones de chiste que mencioné antes: este tipo de chistes nacen por cesárea. E incluso, uno puede llegar a torcer la conversación buscando que alguien de el pié para poder coronar el comentario con una buena dosis de humor pre-cocido. Esta técnica forzada es la conocida como “Doble Nelson con forceps para extracción de chiste”, y es necesario dominarla a la perfección para dar vida a chistes que caso contrario quedarían en los rincones oscuros de nuestra mente.


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En el año 2002 di a luz un chiste malo. Eventualmente creció para convertirse en este pelotudo.


Luego, por supuesto, están los chistes para los cuales se puede carecer de todo sentido de la oportunidad, el contexto o la ocurrencia propia, y son los que se anuncian previamente con las frases “Uh, tengo un chiste… (se hace gestito correspondiente con la mano)”, “Me contaron un chiste buenísimo!” o “Pará, pará que tengo un chiste”. Y aunque no haga falta tener aptitudes humorísticas o ser creativo para contarlos, si se requieren habilidades tales como ser buen relator, hablar en voz alta y saber mantener el momentum humorístico hasta el latiguillo final que desencadenará las risas.


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Felicitaciones señora, tuvo un chiste de
“A esa mina le dicen…”!!

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